Antes de desarrollar el tema, he de confesarles que me considero poliamorosa, no porque en este momento tenga una relación sexo-afectiva con más de una persona, sino porque me sé capaz de amar a más de una persona a la vez.
Amar a más de una persona
A lo largo de nuestra vida hemos aprendido una versión romántica y monógama de lo que debe ser una relación amorosa: debe ser con una sola persona y para siempre. En nuestro presente, la concepción del “para siempre” ya ha sido muy cuestionada. Un ejemplo muy claro es que ahora no todos nuestros padres están juntos de por vida y llegamos a pensar que eso se quedó en la generación de nuestros abuelos, incluso varios de nosotros ya hasta hemos experimentado separaciones que creíamos, serían para siempre. Conforme adquirimos experiencias sobre el amor, más nos hacemos a la idea de que el “para siempre” tal vez termine mañana y sigamos con nuestras vidas; pero también cabe la posibilidad de que tal vez nunca termine y a esto es a lo que aspiramos.
Por otro lado, la idea de la monogamia es menos cuestionada, es más difícil deconstruirla y resignificarla, para empezar, porque la relacionamos con valores como la fidelidad, la lealtad, la responsabilidad, etc.; por lo mismo, podemos pensar que estar enamorados de más de una persona al mismo tiempo se puede considerar traición, fracaso, ingratitud, imprudencia, etc.
En realidad sé que muchos de los que estamos en busca de nuestra “media naranja”, de nuestra otra mitad, de nuestra alma gemela; o en algún momento nos hemos encontrado en una situación en la que dos o más personas nos gustan, nos hacen sentir amados y capaces de amar, justo al mismo tiempo. Tal vez cada uno de esos amores sea distinto, uno más intenso, uno más tierno, uno más sexual o más emocionante; sin embargo, la idea de encontrar a “la persona indicada” está inserta en nuestra mente, bien, bien enterrada y, entonces, entramos en conflictos porque no sabemos a quién elegir, cómo elegir, además hasta nos podemos sentir culpables por no ser conscientes de lo que sentimos 😕.
De la teoría a la práctica
En teoría, en un esquema poliamoroso, estas cuestiones no tendrían que plantearse, pues se parte del supuesto de que somos capaces de amar simultáneamente a más de una persona, pero sobre todo de que tenemos la libertad de tener más de una relación amorosa porque no pertenecemos ni somos dueños de nadie. Eso sí, esas relaciones debemos mantenerlas con todo lo que implican: responsabilidad, obligaciones y dedicación. Entonces, pensemos en el poliamor como un ideal de libertad al amar, como una postura ética y responsable de asumir nuestras emociones hacia los otros, como la posibilidad de tener tantos vínculos como nuestra capacidad de amar nos lo permita. Suena bien, ¿no?
Desgraciadamente del ideal a la práctica hay un gran abismo y, aunque me asuma como un ser poliamoroso, existe una realidad en la que mi(s) pareja(s), mi familia, mis amigos, los demás practicantes del poliamor y nosotros mismos aprendimos a ejercer poder dentro de una relación, a poseer y a celar; lo aprendimos como algo natural, algo bueno y hasta ideal. En el polimamor (en teoría, para cualquier relación sana) todos estos aprendizajes deben ser cuestionados y redefinidos.
Muchas personas cercanas me han comentado que a ellos no les agrada la idea del poliamor debido a que sólo les parece una justificación para no comprometerse o para practicar el libertinaje. Bueno, no niego que caer en estas actitudes no sea posible, pues algunas personas que se asumen poliamorosas lo hacen con esta intención y establecen relaciones en las que no se responsabilizan de sus acciones o simplemente izan la bandera del “te avisé desde el principio, es tu culpa si te lastimo”. Pese a ser común, hay personas que sí son responsables en todas sus relaciones, que asumen los compromisos que establecen con sus vínculos y se responsabilizan de sus acciones.

¿Amor libre y responsable? Responsabilidad afectiva
¿Últimamente no han escuchado mucho el término “responsabilidad afectiva”? Aunque apenas lo estemos aprendiendo, no es algo nuevo. El termino surge en los 80s, precisamente cuando se comienzan a plantear diferentes alternativas de relaciones afectivas más allá de las monógamas; las libres y las poliamorosas. Ya que, aún en éstas, aunque somos libres y no le pertenecemos a nadie sí somos responsables de nuestros sentimientos, emociones y acciones, así como los de las personas con quienes nos relacionamos.
De alguna manera la responsabilidad afectiva se relaciona con en la empatía y la honestidad, implica que debemos ser honestos respecto a los límites de las relaciones y ser conscientes de que nuestros actos los afectan emocionalmente a los demás.
Poliamor y feminismo
Dentro del movimiento feminista, hay posturas a favor y en contra del poliamor. En la teoría para el feminismo, el poliamor puede ser un ideal, pues implica la ruptura del pensamiento tradicional del amor romántico: somos libres, no hay posesión, no hay celos; sí hay compromiso y responsabilidad. Podemos vivir libremente, sin reprimir emociones, ni ser dependientes.
Pese a esto, nuestra sociedad es machista y tiene bien grabadas ciertas ideas, como que las mujeres deben ser monógamas y los hombres sólo juegan con ellas. Por lo mismo, en la práctica, para las mujeres el poliamor puede ser un arma de doble filo.
En primer lugar, el hombre siempre ha tenido menor presión social y hasta se le puede tener permitido mantener más de una relación, generalmente es a la mujer a quien juzgan, rechazan y hasta agreden al tener más de una pareja. Además, tras asumirse poliamoroso no desaparecen estas ideas románticas de la posesión, dependencia y celos, por lo que suele suceder que se preste, por un lado, a tener más de un opresor, y por otro, que dentro de una pseudo relación poliamorosa solo una parte sea quien tenga permitido tener varias relaciones, lo cual pasa muy frecuentemente. Por lo tanto, algunas corrientes feministas no consideran que el poliamor pueda ser feminista o pueda aportar algo al feminismo, pues la mujer está sujeta a padecer más en esta concepción de las relaciones.
Vivamos el poliamor
Todo el proceso de reaprender todas estas estructuras de las relaciones es sumamente enriquecedor y emocionante; aunque es obvio que el cambio no se da de la noche a la mañana y en el camino se sentirán celos, habrá intriga, dudas y demás emociones que nos harán dudar si en verdad es una buena opción tener esta clase de relaciones. Es evidente que las personas que se planteen vivir y relacionarse de esta manera, tienen un camino largo por recorrer y aunque hay mucho que aprender, pueden tener relaciones plenas, felices y libres de muchos prejuicios. Yo realmente los invito, no a mantener una relación sexo-afectiva múltiple, sino a pensar en el poliamor como una manera de entender las relaciones en sí, sin importar del tipo que éstas sean.
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Karla Selene Campos
Odiaba que le dijeran «Karlita», hasta que ya no. En su trabajo enseña cosas inútiles que ha aprendido a lo largo de su vida: reglas de ortografía, esquemas textuales, coreano a mexicanos y español a coreanos. En su tiempo libre, practica natación, ve dramas coreanos (muchos dramas coreanos), pretende hacer difusión sobre lingüística en Lingüística Crítica y… ¿Trabaja?