Retomar la vida a una de las figuras míticas del rock más aclamadas para dilucidar sobre el amor pudiera no ser la decisión más optimista, pero sí bastante reveladora, y más cuando se trata de revivir el recuerdo de una de las mujeres, devenida ícono, no sólo por su deslumbrante talento, sino también por su infortunio. Este texto, más allá de las pretensiones biográficas, tiene como propósito honrar la memoria de una cantante excepcional en muchos sentidos, quien a pesar de padecer el desprecio o despertar una suerte de admiración y temor, devolvió al mundo belleza en carne viva a través de su música, advirtiéndonos de los amargos sinsabores que conlleva la búsqueda del amor.
Janis Joplin fue una texana nacida a principios de los años cuarenta quien, desde los comienzos de su existencia, tuvo que lidiar con el desamor, pues se dice que fue una hija no deseada y su madre se lo hizo saber. Criada en el seno de una sociedad decididamente anti-amorosa, en el sur de los Estados Unidos, los buenos y blancos patriotas del contexto de la posguerra destacaron por su arraigado machismo y conservadurismo religioso; reacios a los cambios, como reconocer los derechos civiles de la comunidad afroamericana y a toda manifestación de los movimientos culturales que se desarrollarían en la vertiginosa década de los sesenta, tan sólo por citar algunos ejemplos. Mas, en ese entorno transcurrirían los primeros años la bruja blanca del blues y pionera del rock, aprendiendo de manera dolorosa que el amor parece más un mito que una realidad palpable.
Origen del alma herida de Janis
Su amor propio también fue blanco de constantes ataques. Se cuenta que en su adolescencia la ridiculizaron debido a su aspecto físico. ¿Qué tenía de peculiar? A juzgar por sus fotografías, absolutamente nada. Sin embargo, recordemos que el estigma de la belleza ha sido un arma de sometimiento para las mujeres desde tiempos inmemoriales. Ahora, imaginemos aquella época en donde Audrey Hepburn o Marilyn Monroe eran los íconos de la belleza en la sociedad norteamericana. A pesar de ello, nuestra “Bruja Cósmica” –aun inconsciente de su magia- resistió estoicamente a aquella presión social a su corta edad.
Pero, era lógico que su espíritu libre, fuertemente reprimido por su entorno, buscara nuevos horizontes. Se trasladó a San Francisco, California, al epicentro de un despertar cultural que pregonaba justo lo que nuestra voz indomable tanto anhelaba: la paz y el amor. Sin embargo, estuvo lejos de hallar tan preciosos tesoros. Pasó otros terribles años de burlas y desprecio, coronado por un inmerecido y aberrante título que le fue otorgado como “el hombre más feo de la universidad”.
Aun con todo, el corazón de nuestra hechicera buscaba un interlocutor a su altura. En aquellos años del “amor libre” y la experimentación, Janis estuvo a punto de contraer matrimonio… De no ser por las prematuras infidelidades de su pareja. A costa de otro golpe a su corazón, el destino de la bruja comenzaría a fraguarse como tal, liberando su rugido y escapando para siempre de los invisibles muros de una vida marital.
La leyenda inicia
Aquí es donde comienza la leyenda. Al convertirse en vocalista de la banda de rock psicodélico The Big Brother and the Holding Company, comienza a escribir su legado como una de las voces más distintivas de la escena de habla inglesa. Y es también en este punto, cuando nuestra bruja comienza a conjurar su mal de amores, a través de interpretaciones desgarradoras.
Sin embargo, pagó el precio de su talento al despertar el recelo de algunos de sus compañeros (todos varones) ante su imponente presencia en el escenario, que traería como consecuencia que nuestra hechicera siguiera su camino en solitario. Y es en esta etapa cuando abrió su corazón para expulsar a los demonios del apego y el amor no correspondido:
“Pero sé que no parece importarte, cariño, a donde voy o lo que trato de hacer, porque sigo abandonada aquí, aferrándome a la necesidad de ti…”
Janis: la supernova que implosionó
Lamentablemente, a lo largo de la historia hemos sido testigos que grandes vidas, jóvenes y fulgurantes, suelen explotar cual súper novas. Janis fue una mujer a la que el amor le explotó en el pecho, pero que nos dejó un testimonio abrasador a través de su música, nacida desde lo más hondo de su alma.
No obstante, si algo dejó bien claro en vida es que ese amor ardiente que albergaba no se consumiría en la más infructífera de las soledades. Al no reconocerse, plena y entregada a un solo individuo, su postura ante el amor ascendió de escala, pues afirmaba que para ella, sus presentaciones eran como hacer el amor a cada uno de los asistentes.
Así pues, su vida fue una oda al amor, aunque no con los lugares comunes y sin el arquetípico final feliz. Esta es tan sólo la historia de una mujer que padeció, como muchas, la incomprensión de ser imponente. Tras esfumarse para siempre en el éter de la heroína, cincuenta años después, su voz continúa hechizando los corazones errantes.
“Y cada vez que me digo que ya no puedo soportar más dolor… toma, nene, un pedacito de mi corazón”.

Username: Dalila Castillo Alonso
Latinoamericanista inconclusa. Mi sueño guajiro es vivir de la escritura creativa y la docencia. Formé parte del equipo fundador de la Revista del Colegio de Estudios Latinoamericanos. Me apasionan las novelas gráficas, las caminatas largas y tengo un gran amor por mis mascotas.