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Pelear o escapar, ¿cómo respondemos ante una situación de peligro?

Imagina que vas caminando por la calle y de repente, dando la vuelta a la cuadra, te encuentras con un perro que está enseñando los colmillos. Observas todos los signos de peligro: ojos furiosos, ladridos intensos y posición de ataque. En cuanto detectas el peligro, empiezas a sudar, tu ritmo cardiaco incrementa y respiras más deprisa. Después, sales corriendo para escapar y tal vez todavía te sientas agitado algunos minutos después del suceso. Esta respuesta, conocida como la respuesta de lucha o huida o de “pelear o escapar”, se presenta en la mayoría de los animales cuando nos enfrentamos a un estresor agudo, ya sea un perro rabioso o cualquier otro incidente que suponga un peligro real o potencial. ¿Por qué será que la mayoría de nosotros respondemos de esta manera? ¿Cómo se regula la respuesta de “pelear o escapar”?

pelear

El sistema límbico es, de nuevo, la causa de todo

Esta cuestión, como muchas otras, está en nuestro cerebro, específicamente en un conjunto de núcleos comúnmente llamado sistema límbico. Este sistema se encarga de procesar las respuestas emocionales, y lo hace, en parte, a través de una extensa comunicación con los sitios de salida de información del cerebro, mediante de los cuales se envían señales hacia los órganos periféricos. En este caso, la señal de peligro que supone el perro rabioso activa al sistema límbico y desencadena un incremento en actividad del eje hipotálamo-pituitaria-adrenal (HPA), lo que culmina con la liberación de la hormona cortisol desde la glándula suprarrenal. De este modo, el sistema límbico, a través de distintos relevos, controla la función de la glándula suprarrenal que se encuentra en la periferia, liberando cortisol hacia la sangre. Desde ahí, el cortisol llega todas las células del organismo, donde tiene múltiples efectos. En el hígado, por ejemplo, el cortisol promueve la liberación de glucosa hacia la circulación para poder abastecer de energía a todos los demás órganos, como los músculos. Así, al activarse el eje HPA, los músculos pueden recibir suficiente glucosa para poder moverse y el organismo puede salir corriendo para huir del perro rabioso.

El sistema nervioso autónomo

Además del cortisol, el procesamiento de las señales de peligro través del sistema límbico modula la actividad del sistema nervioso autónomo. Este sistema representa otra vía mediante la cual el cerebro regula las funciones de la periferia, y está compuesto por dos ramas: la simpática y la parasimpática. En el caso de la respuesta de “pelear o escapar”, se da un incremento en actividad de la rama simpática, que promueve la liberación de adrenalina, una hormona encargada de promover el estado de alerta. Así como el cortisol, la adrenalina promueve la liberación de glucosa por el hígado y, por si no fuera suficiente, actúa sobre el corazón y los vasos sanguíneos, incrementando la frecuencia cardiaca y la presión arterial para así asegurarse de que los músculos estén bien abastecidos de glucosa y de oxígeno. De este modo, el cerebro se asegura, por distintas vías paralelas, de que los músculos se activen y el organismo se prepare para escapar o enfrentar al peligro en el que se encuentra.

Por todo esto, la liberación de cortisol y adrenalina nos hace sentir agitados, pero evidentemente, no nos sentimos así para siempre. Entonces, ¿cómo le hace nuestro organismo para relajarnos una vez que ya pasó el peligro?

Lo que pasa “cuando pasa el temblor…”

Una vez más, la respuesta está en el cerebro, ya que, al poder comunicarse de forma bidireccional con los órganos, no sólo desencadena la liberación de hormonas, sino que también es capaz de detectar cuando éstas ya se encuentran en la circulación. De esta forma, el incremento en la concentración circulante de cortisol tiene una función de retroalimentación sobre el sistema límbico. En consecuencia, al detectar concentraciones elevadas de cortisol, el cerebro detiene la producción de cortisol por la glándula suprarrenal, lo que se relaciona con nuestro estado de tranquilidad original.

La activación del eje HPA o de la respuesta de “pelear o escapar” es un mecanismo que funciona de manera rápida y óptima para protegernos. Sin embargo, en nuestro entorno actual, es probable que no solo nos topemos con un depredador que nos persigue, sino que estemos expuestos a distintos estresores crónicos de un origen más bien social. ¿Entonces ¿cómo es que esto podría repercutir en nuestro eje HPA y la liberación de cortisol?

Efectos del cortisol en nuestra conducta

Debido a distintos factores sociales y económicos de nuestra actualidad, el estrés crónico genera cambios en la actividad del eje HPA, por ende, en la liberación de cortisol. Las personas con ansiedad, por ejemplo, presentan niveles elevados de cortisol. Al poder detectarse por el cerebro, esta hormona puede modificar muchas de sus funciones, incluyendo al mismo sistema límbico. De este modo, se ha propuesto que muchos de los cambios cognitivos que tienen las personas con ansiedad, como una menor capacidad de memoria, podrían estar relacionados con las concentraciones elevadas. Además, las personas que han sido expuestas a un entorno violento durante un periodo prolongado, presentan una menor liberación de cortisol ante un estresor agudo, es decir, una menor respuesta de “pelear o escapar”. Nuevamente, esto sugiere que sus niveles elevados pueden modificar la función del sistema límbico, en este caso, haciéndolo menos capaz de detectar a las hormonas circulantes, también relacionada con una mayor propensión a generar situaciones de violencia y conductas de abuso en el consumo de alcohol y drogas.

Con estas observaciones en mente, queda claro que nuestro cerebro y el resto de los órganos se encuentran en constante comunicación, por lo que distintos cambios en nuestro organismo podrían tener consecuencias en nuestros estados mentales y viceversa. Así, uno de los retos para las neurociencias en la actualidad es tratar de comprender con mayor detalle cómo funcionan estas interacciones cerebro-cuerpo y cómo podrían estar modificadas en distintas enfermedades.

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Rebeca Méndez

Username: Rebeca Méndez

Química Farmacobióloga, (casi) doctora en Ciencias Biomédicas. Le interesan los temas científicos, especialmente la biología y la neurociencia, pero puede discutir apasionadamente sobre casi cualquier cosa. Le encanta aprender, compartir lo que ha aprendido, comer rico y viajar.

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