
Si la memoria no me falla, se han cumplido más de cien días de encierro después de que el día 23 de marzo del año 2020 se anunciara el confinamiento de la población como medida de prevención sanitaria frente a la pandemia a causa del coronavirus, coloquialmente conocido como covid 19. Sin embargo, el quedarse en casa parece un ideal ante varios factores que hacen difícil la realización de este indicativo: “¡Que te quedes en casa!, ¡¿acaso no entiendes o qué?!” ¿Cuántas veces habremos escuchado esta frase, hasta el punto del reclamo? Sin duda, es necesario un análisis complejo de este fenómeno, considerando las diversas experiencias, dinámicas y contextos; pero, en este caso, esbozaré algunas líneas desde mi experiencia y mis gafas violetas.
México: El país de las oportunidades... Y la desigualdad
Con la pandemia se recrudecieron las desigualdades existentes en mi país, México; basta observar que para la mayoría de la población le resultó difícil preservarse en su hogar porque no todos y todas las mexicanas cuentan con un empleo que les posibilite trabajar desde casa, sencillamente, yo les preguntó, ¿actualmente, cuántas personas cuentan con un empleo estable, donde sólo se trabaje alrededor de ocho horas y con un sueldo superior a los diez mil pesos, y que además proporcione un seguro de vida y demás prestaciones? Pocas, ¿verdad? En cambio, nuestra realidad es otra y más jodida, aún en estos tiempos del neoliberalismo: hay que chambear más de 12 horas al día por un sueldo raquítico, corremos con el riesgo constante de perder los derechos por protestar y seguramente hasta podemos perder el empleo.
Ahora bien, como feminista quiero hacer hincapié en algunos puntos relevantes. Uno de ellos es dejar de romantizar el hecho de quedarse en casa, dejar de verlo como ese dulce hogar donde conviven todas las personas que lo habitan de manera armoniosa y donde disfrutamos de todo el entretenimiento puesto a nuestro alcance; cuando realmente las mujeres encaramos un estado de emergencia desde antes de la pandemia y el “dulce hogar” no es la excepción. Sólo imagínense: ser mujer y tener que convivir con tu agresor día tras día; sin duda, es insoportable tanta violencia y, aún más agotador, lidiar con “el machito” que se queda en casa y te deja todas las labores del hogar, porque según él, eso es quehacer “para viejas”.
Mujeres que salen a trabajar en pleno Covid 19
Y aquí no termina todo, muchas compañeras, en estos tiempos de contingencia sanitaria, están haciendo doble o incluso triple jornada al dedicarse al trabajo doméstico, al trabajo de los cuidados y a la enseñanza de las niñas y niños a su cargo, incluso están atendiendo a personas de la tercera edad; si a todo esto le sumamos el cuidado de las enfermas por coronavirus y el home office, sin duda es agotador y hasta agobiante, pues a muchas mujeres se les presentó el desempleo y hubo que buscar soluciones para la entrada de ingresos al hogar. Sin duda, sin nosotras no se mueve el mundo; un mundo que nos explota, nos invisibiliza y anula nuestro trabajo; y por ello, es necesario organizarnos y luchar por nuestros derechos, pero también cuidarnos para seguir en pie.
La romantización de una realidad desigual
Otro punto es que desde el inicio de la cuarentena se reprodujo un discurso que consistía en vivir el confinamiento “encerradita” y disfrutando de películas, series, conciertos, música; claro, todos ellos disponibles en múltiples plataformas digitales; o quizás, hasta podrías “aprovechar tu tiempo” en un curso en línea o leer muchos libros. Con ello, me quedó claro que es imposible democratizar el conocimiento, que es difícil desprenderse de esa lógica de productividad y finalmente, que no todas tenemos acceso, ya ni se diga a Netflix, al internet o a una computadora. Actualmente, para muchas mujeres es difícil acceder a estos servicios, ya sea por los costos o el desconocimiento del uso de algunas herramientas digitales, sin mencionar las dificultades de contar con red, porque no en todas las regiones de México existe señal. Por lo tanto, no debemos obviar los contextos, ni las dinámicas de las diversas experiencias frente al covid 19, nos falta conocer las experiencias de las mujeres rurales.
Finalmente, el quedarse en casa es una responsabilidad por el bienestar de todas y, sin duda, es una lucha que sostiene cada mujer, que seguramente ya está al borde de la locura, ¡y cómo no, si resistimos esta sociedad machista, este sistema capitalista y patriarcal que apuesta por la muerte! Por ello es necesario cuidar nuestra salud física, emocional y mental; pero sobre todo construir redes de solidaridad para enfrentar juntas esta pandemia y llenarnos de esperanza, ¿y por qué no?, soñar en otro mundo posible, en una utopía concebida desde nuestras locuras y rebeldías con el fin de transgredir la razón en la cual se sustentan estos sistemas. Sin duda, prefiero que me llamen loca por luchar con mis hermanas con quienes me encantaría cantar a todo pulmón “¡Las histéricas somos lo máximo!” de la querida Liliana Felipe.
USERNAME: Aide Franco
Autora: Ilse Aide Franco García
EDAD: 29 años
Latinoamericanista y feminista por convicción. Mujer con perversiones y deseos a piel.
Exige congruencia política y detesta a las personas indecisas.
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