a Antero de Quental
En el fondo del abismo
Dios pregunta con voz grave
«¿Qué has hecho de tu vida,
hombre, súbdito del día?
»¿Has llegado a ser tú mismo,
compendiando pez y ave
y serpiente fementida
en el fango que se estría?
»¿Clarividente en el sismo,
piedra desechada y trabe,
has sido aguja y salida?
¿Qué respondes, cosa mía?»
—Señor, nada de eso he sido.
Amigo en horas propicias,
amante cobarde y vano,
herida y ungüento y hambre
y otras cosas más he sido.
Te respondo a ti, que oficias
la existencia con tu mano:
Señor, sólo he sido un hombre.