Es bien sabido que grandes pensadores de todo el mundo se han inspirado en lo onírico para dar forma a sus creaciones y descubrimientos más célebres. Como actividad inconsciente, soñar es una forma en la que nuestros más profundos deseos, temores e inquietudes, salen de nuestro interior, o al menos eso dicen los estudios científicos. No obstante, otros saberes como las tradiciones, la magia, el arte y la literatura, se han cuestionado desde tiempos inmemoriales si alguna entidad mítica o ancestral podría ser quien plantara esas ideas en la cabeza, incluso pasiones o miedos. ¿Podrías persuadir a dicha entidad para alcanzar la iluminación desde la dimensión onírica o convencerle de ayudarte a evadir la desesperante realidad?, ¿y si fuera un ser perverso que se divierte jugando con la frágil condición humana? En esta breve reflexión veremos un par de ejemplos, bastante diferentes entre sí, de cómo se le ha invocado a través de la música y otras producciones artísticas.
Habría que comenzar señalando al responsable de hacernos soñar, el Señor de los Sueños, el Arenero o el Hombre de la Arena, un personaje del folclore europeo, especialmente de la cultura celta y sajona, que tiene menciones notables principalmente en la literatura infantil -a propósito de la conmemoración del Día Internacional del Libro, el 23 de Abril-. Es una criatura que según cuenta la tradición, es responsable de producir los sueños en la mente de los durmientes, utilizando su bolsa mágica de arena, la cual rocía sobre nuestros párpados cerrados.
El Señor de los Sueños se puede encontrar en un cuento de Hans Christian Andersen, llamado Ole Luk Oie, representado como una especie de duendecillo travieso y bondadoso. En esta misma faceta se le puede encontrar en versiones cinematográficas dirigidas al público infantil. Sin embargo, existen interpretaciones un tanto más sombrías, de carácter mítico o abiertamente terroríficas, como la del corto animado The Sandman (1991) de Paul Berry; en novelas gráficas destaca la saga del mismo nombre (1989), del escritor británico Neil Gaiman, cuya estética gótica y atmósfera fantástica, mitológica y a la vez moderna, la convierten en una obra destacada y ampliamente recomendada.
Si bien la literatura y el cine han retomado fructíferamente al Señor de los Sueños, la música ha hecho lo propio de maneras diversas. En esta ocasión, nos adentraremos en un claroscuro escandaloso, tanto por el mensaje e intención de las letras, como por los estilos musicales. Haremos un breve recorrido sobre dos temas que muestran las dos caras del Arenero: una cara amable que nos trae gozo y felicidad a través de nuestros sueños y la otra, de la que hay que protegerse por su depravación y su sádico placer materializado en las más cruentas pesadillas.

“Sr. Sandman, tráeme el sueño más lindo que nunca haya visto/ Sandman, estoy tan sola/ No tengo a nadie a quien llamar mío/ Enciende tu rayo mágico, Sr. Sandman, y tráenos un sueño…” cantaba el cuarteto femenino estadounidense, The Chordettes en “Mr. Sandman” (1954). En esta melodía prevalece la perfecta sincronía de las voces en estilo coral, con una sutil musicalización, en una dulce petición a un ser bondadoso y gentil, a quien se le puede pedir incluso que coloque en la mente un amor con quien soñar y vivir la dicha en el sueño. Muy a la usanza de la música pop de los años cincuenta, el canto de The Chordettes es de esperanza y optimismo con un toque núbil. Esta canción bien podría remitirnos a la niñez o pre-adolescencia, cuando las oraciones nocturnas eran la vía para conectarse con esos seres sobrenaturales a quienes confiábamos ingenuamente nuestro destino y protección. La inocencia del tema de este cuarteto de mujeres es el sello de esta primera invocación.
Ahora daremos un salto de casi cuarenta años, para llegar a un cuarteto de California que dedicaría algunas estrofas a este mítico personaje, en el extremo completamente opuesto al que se situaron las chicas de The Chordettes. Mucho más emparentados a la interpretación del cineasta Paul Berry, un grupo de Trash metal dedicaría en “Enter Sandman” (1991), algunas estrofas a esta entidad y a su insana fascinación por atormentar las mentes infantiles: “Di tus oraciones, pequeño/ Sueños de guerra/ Sueños de mentirosos/ Sueños de fuego de dragones y de cosas que muerden/ Duerme con un ojo abierto y apretando con fuerza la almohada…”
Como se puede ver en esta segunda canción, el enfoque sobre el Señor de los Sueños es radicalmente distinto, con el recordatorio de que las pesadillas también son parte de la dimensión onírica, por lo que están en el dominio del Hombre de la Arena, quien también sería responsable de alimentar nuestros más profundos miedos a través de estas perturbadoras visiones. Como todo ser elevado, es probable que nuestro sufrimiento le proporcione cierto regocijo. La furia y el miedo ante su omnipotencia sobre nuestra mente, son el sello de la segunda invocación.
Para terminar esta reflexión, deseo de todo corazón que la próxima vez que cierres los ojos y te dispongas a recibir la fina arena sobre tus párpados, el Señor de los Sueños te tenga preparado un delirio reconfortante… Aunque puede que tengas que prepararte para luchar cara a cara con tus demonios.

Username: Dalila Castillo Alonso
Latinoamericanista inconclusa. Mi sueño guajiro es vivir de la escritura creativa y la docencia. Formé parte del equipo fundador de la Revista del Colegio de Estudios Latinoamericanos. Me apasionan las novelas gráficas, las caminatas largas y tengo un gran amor por mis mascotas.