Hagamos un ejercicio. Escojan a una persona al azar de cada círculo social al que pertenezcan: familia, escuela, trabajo, amigos, equipo deportivo…Y pregúntenle si cree que una sociedad igualitaria entre hombres y mujeres pueda ser posible. Les puedo asegurar, sí es que no lo han hecho ya, que muchos de sus interlocutores les responderían algo así como: “¿Pues ya estamos en una sociedad donde todos tenemos los mismos derechos, no?” Y sí, lo cierto es que en el siglo XXI tenemos acceso a una amplia gama de derechos que apenas hace 60 o 70 años eran inimaginables para muchos sectores de la sociedad en diferentes países y sobre todo claro, para las mujeres.
Es entonces, después de esta brevísima reflexión, que podemos llegar a pensar que la idea de alcanzar una sociedad que sea más justa para nosotras recaiga en lo que los intelectuales denominan “utopía” y más allá de la discusión de lo que este concepto significa en la época contemporánea, neoliberal y posmoderna -porque nos daría para otro artículo completo- propongo que entendamos a la utopía como el conjunto de ideales encarnados en una sociedad futura que conlleve a condiciones favorecedoras de vida para toda la comunidad. Partiendo de aquí, podríamos encontrar un símil con la noción de paradigma, en tanto que la sociedad está en constante cambio ante la pugna por el acceso igualitario e inclusivo a los derechos civiles.
El feminismo: la utopía virtual
Ahora bien, en recientes fechas, gracias a los medios de comunicación masiva y al uso extendido de las redes sociales, hemos podido notar que en el imaginario colectivo hay una fuerte polarización en cuanto a lo que el movimiento feminista representa; por un lado estamos las militantes y aquellas personas que apoyan al movimiento desde diferentes trincheras; y por el otro, están todas aquellas que lo desdeñan sin siquiera tomarse la molestia de investigar por cuenta propia cuáles son los orígenes, las exigencias y las expectativas que hay en nuestra causa, ya ni hablemos de los beneficios que se han conseguido para toda la sociedad.[1]
Y es precisamente en esta polarización que me pongo a reflexionar sobre cómo es que el feminismo tiene la apreciación generalizada de ser una “meta inalcanzable”, en tanto que mientras más ponemos de manifiesto las mujeres nuestras desventajas, vulnerabilidades y diferencias que vivimos dentro del sistema, más se nos etiqueta, ataca y violenta.
El feminismo vs las estructuras sociales
La violencia hacia este movimiento no es propia de esta época, pues si hacemos revisión en cada ola del feminismo identificaremos diferentes agrupaciones que buscaban poner freno al movimiento mediante la ridiculización y tergiversación del programa del feminismo; lo vivieron en el siglo XVIII las mujeres que cuestionaron los derechos masculinos de su época, lo vivieron las sufragistas, las mujeres que exigían el acceso a la educación superior, las que en el siglo XX gestaron los programas de mayor realización utópica para las mujeres -hasta ese momento- con la reivindicación de sus derechos políticos, el derecho a la igualdad y a la no discriminación, la conquista del divorcio, la liberalización de los anticonceptivos, derechos sexuales y reproductivos, el acceso a salir del hogar, así como su incorporación de la vida pública. Hoy día, lo vivimos las ciberfeministas que militamos en redes sociales y difundimos información del movimiento, lo vivimos las estamos a favor de la libre elección de las mujeres sobre su cuerpo, las que salimos a marchar para exigir que no nos asesinen con impunidad…

Neomachismo: Un problema estructural más allá de una ideología
¿Y cómo es que desde hace tres siglos seguimos sin alcanzar la “utopía” de una sociedad que respete y garantice una vida digna y libre a las mujeres? Pienso que esta ralentización en los logros del movimiento se debe a la llegada del neoliberalismo y el posmodernismo que dan por sentadas las igualdades entre hombres y mujeres, velando así al patriarcado como el elemento estructural del sistema que perpetua el proceso y ejercicio de la dominación del hombre sobre la mujer como parte del status quo contemporáneo, dando como resultado un nuevo reto al feminismo: la intangibilidad del patriarcado, que si bien va mostrando una menor cantidad de repercusiones físicas, se sigue reproduciendo simbólicamente y se manifiesta en prácticas irreflexivas para mantenerse con un perfil más bajo, casi imperceptible y que nosotras hemos puesto de manifiesto como “neomachismo”.
Tenemos entonces que, como diría mi madre, “ir más allá de nuestras narices” e identificar que de manera paralela al movimiento feminista, las acciones patriarcales neutralizan los avances obtenidos mediante diversas estrategias como la criminalización del movimiento en los medios de comunicación[2]; su institucionalización que termina por enjaular al movimiento dentro del sistema arrebatándole su carácter transgresor y reivindicador; y también a través de nuevas formas de cosificación de las mujeres con la industrialización y mercantilización de un supuesto empoderamiento de la mujer, pero siempre que éste sea para el consumo o beneficio de los hombres, tal como se puede apreciar en casos como la “liberación de la sexualidad” que deriva en un exhibicionismo del cuerpo de las mujeres, o en temas como la justificación de la prostitución como si fuese un trabajo de libre elección, o la falta de garantías de salud para las prácticas de reproducción asistida como en el caso los vientres de alquiler, ente muchos otros aspectos.
Juntos hagamos un frente contra el patriarcado
Finalmente, comparto con ustedes y les invito a que la consigna sea que el feminismo busque puntos de unión entre sus diferentes posturas (diferentes feminismos) para así poder crear un frente y estrategia para desmontar al patriarcado, porque #SeVaACAer y si no cae, #LoVamosATumbar.
[1] Como lo sería el caso del estudio de las masculinidades y la apertura a la libre expresión psico-emocional de los varones o como los recientes beneficios laborales para los varones con el incremento de días en el permiso de paternidad, entre muchos otros.
[2] Cuando las feministas ahora han venido a sustituir a los “anarquistas” que hubo en el sexenio de EPN.

Username: Fridda Esmeralda Salas Cuéllar
Nivel académico: Licenciatura en Sociología (pasante) Estudié la licenciatura en Sociología en la FCPyS-UNAM y llevé a cabo mi Servicio Social en la Cátedra Unesco de Derechos Humanos de la UNAM a cargo de la Dra. Gloria Ramírez Hernández, colaborando con diversas actividades para el robustecimiento del micrositio de la CEDAW y dando seguimiento al caso del feminicidio de Lesvy Berlín Osorio. He sido asesora educativa desde hace más de cinco años, así como profesora adjunta en distintas materias dentro de la FCPyS y la ENTS. Recientemente apoyé en la coordinación y moderación durante el Primer Coloquio de Transhumanismo y tecnologías de mejoramiento humano, impartido en el IIS-UNAM en noviembre de 2019, así como en la coordinación y gestión académica del PAPIIT-IG400920 “Estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad para el análisis de riesgo”. También colaboré como ponente en el Foro Igualdad de Género, Diversidad sexual y No discriminación que se llevó a cabo el día 23 de enero de 2020 en la UAM-Azcapotzalco sobre el tema “Prevención de la violencia de género en las redes sociales”; posteriormente con la videoconferencia “Prevención de la violencia de género y Ciberbullying” el día 05 de junio del presente año, también para la UAM-Azcapotzalco. Mis campos de investigación se enfocan a Estudios CTS, Estudios de género y epistemología feminista, sin embargo, también tengo interés en el estudio de sistemas complejos y teorías interpretativas-comprensivas. Actualmente desarrollo el tema de investigación de ciberactivismo feminista y su impacto en movimientos sociales.