Cuando escuchamos la frase “viajes en el tiempo” de inmediato pensamos en obras clásicas como La máquina del tiempo de H. G. Wells o la trilogía Volver al futuro. Los crononáutas son una parte muy importante de todo el lore de fantasía y ciencia ficción; incluso son un tema relevante dentro de las investigaciones paranormales y el asunto de desplazarse a través del tiempo también fue el punto de partida para teorías serias en la física.
Sin embargo, (des)afortunadamente, no existe la posibilidad de generar las condiciones para poder recrear un viaje en el tiempo, por lo que las principales fuentes (al menos, las asequibles para los legos de la ciencia) pertenecen a la narrativa literaria o visual.
Esta vez no quiero hablar de la ya mencionada Back to the Future, sino retomar otros ejemplos que podemos encontrar en las sagas literarias y en el anime: el caso de Harry Potter y el prisionero de Azkaban y Re: Another Life From Zero.
En la tercera entrega de la saga de Harry Potter se nos presenta un artefacto mágico que permite a una persona viajar al pasado, un giratiempo. Hermione obtuvo un permiso especial debido a todas las materias optativas que eligió. Como cualquier muggle ñoño (o cualquier ñoño, en realidad) atascó su horario con asignaturas empalmadas y, gracias a su desempeño académico y al potencial que tenía, McGonagal autorizó el uso del giratiempo. Esto ocasionó que Ron notara muchas veces que Hermione tendría que estar en dos lugares al mismo tiempo o que Harry se viera a sí mismo en el bosque justo antes de repeler a los dementores.

El encanto del tercer libro del Niño-Que-Vivió aprovecha el punto focal de la historia (la perspectiva de Harry) para hacerle al lector una jugarreta fantástica: si Potter se equivoca, el lector se equivoca (¿recuerdan cuando sospechaban de Snape en La piedra filosofal?), en este caso se repasan muchos acontecimientos desde dos perspectivas Harry antes de saber del giratiempo y Harry que sabe del giratiempo.
Cuando pasamos por primera vez en la historia, sufrimos muchos eventos: la muerte de Buckbeak, el improbable encuentro de Harry con su padre en el bosque prohibido y la casi inevitable ejecución de Sirius Black. Sin embargo, Rowling nos devuelve la esperanza y, al mismo tiempo, abofetea nuestra ingenuidad (casi como un preparativo para lo que vendrá en los libros posteriores), al revelarnos que en realidad Hermione y Harry viajaron al pasado para resolver todos los conflictos.
Esta entrega de HP nos plantea una de las teorías respecto a los viajes en el tiempo, una especie de determinismo en la que hay incluso un orden superior de los eventos, donde si un viaje ocurre es porque debe ocurrir, una especie de riso temporal que no propicia ningún universo alterno, sino que es obligatorio para la existencia misma del universo en que ocurre.
Personalmente, pienso que esta visión es un tanto pesimista y un mucho agnóstica. Pesimista porque anula por completo la finalidad con la que se ideó la fantasía del viaje en el tiempo: cambiar el pasado o conocer el futuro, y agnóstica porque inevitablemente se cree en la existencia de un algo autónomo que ordena al universo.
Dentro del universo mágico funciona genialmente y en esa entrega de la saga permite resolver todos las tragedias probables que encararía el trío dinámico. Pero, al mismo tiempo, Rowling cierra toda posibilidad de cambio de los eventos pasados (Harry no podrá regresar a salvar a sus padres) y reafirma la oscuridad que se presentará en los siguientes libros. El giratiempo y el libro tres es el último momento en que Harry, Hermione y Ron podrán recurrir a la magia para salirse con la suya y se volverá un arma de destrucción y un medio de supervivencia.

Username: Gablot
Gilberto A. Nava, “Gablot” (México, D.F. 1990). Estudió Letras Hispánicas (FFyL/UNAM). Como poeta es un excelente cuentista. Pambolero por herencia genética y cruzazulino por resignación; fanático de Zelda, entrenador Pokémon por las noches. Pierde la mitad del día jugando MTGA. Ha colaborado en Atómix, Penumbria, Punto en línea, Marabunta y Cuadrivio también participó en la antología Telescopio (Fractal Editores, 2013). Mantiene el blog "Infernáculo".
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